Ecos del pasado by Charlotte Link

Ecos del pasado by Charlotte Link

autor:Charlotte Link [Link, Charlotte]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2006-04-23T04:00:00+00:00


Sábado 2 de septiembre

1

Llevaba varias horas sin apartar la vista del teléfono. Primero esperanzado, después cada vez más desmoralizado, cansado y frustrado. Al final ni siquiera esperaba ya que Virginia volviera a llamar. Desde que Jack le informó de la llamada aquella mañana, no se había movido del teléfono en el salón de los Walker. Estaba casi seguro de que Virginia no llamaría a casa. Por lo visto, sólo quería ponerse en contacto con Kim, y mientras la niña estuviese en casa de los Walker no llamaría a ningún otro lugar. Aunque seguramente imaginaba que él también estaría allí.

Intentó localizarla varias veces más en su móvil, pero siempre saltaba el contestador. Debía de tenerlo apagado, lo cual significaba que de ningún modo quería hablar con él.

«Pero ¿por qué? —se repetía una y otra vez—. ¿Por qué? ¿Qué ha sucedido? ¿Qué le he hecho?»

¿Era por la fiesta? ¿Tanto se había pasado él? ¿Tanto la había presionado, como para obligarla a fugarse? Ella había aceptado con titubeos, con muchos titubeos, pero él no había tenido la impresión de que fuera a sufrir un ataque de pánico. Hasta se había comprado un vestido. Aquél era sin duda un gesto muy positivo, ¿no? Las mujeres que se compran vestidos para reuniones sociales no suelen encontrarse en estados de absoluta desesperación, ¿no? Al menos eso había pensado. Ahora pensaba que no tenía la menor prueba de ello.

Había llamado a Londres, a casa del anfitrión de la fiesta, para pedir disculpas por su ausencia y la de su mujer. Había enfermado repentinamente y no podía dejarla sola. El hombre le respondió con impecable educación, pero tuvo la impresión de que no le creía.

Entonces llamó también a un compañero del partido para informarle que no asistiría a la fiesta. Mantuvo la versión de la esposa enferma y de nuevo tuvo la impresión de que no daban crédito a sus palabras.

—Es de lo más inoportuno —le dijo su amigo—. ¡Faltar justo a esta cena!

—Lo sé, lo sé, no es algo que haya buscado.

—Tú sabrás lo que haces.

«Sí —pensó él—, debo saber lo que hago. Y hacerme responsable de ello.»

El reloj de pared que había en la esquina le indicó que ya eran las doce y media de la noche. Llevaba más de quince horas en aquella habitación. Grace le había llevado algo de comida, pero él no tenía nada de hambre y sólo aceptó una taza de café. El teléfono sonó dos veces durante el día y una al anochecer, y él lo cogió sin demora, pero en la primera ocasión se trataba de un operario que confirmaba la hora para una reparación, en la segunda una amiga de Grace y en la tercera un compañero de Jack que quería concertar la ruta por los bares típica del domingo. Eso fue todo. El resto, silencio.

Virginia no iba a llamar.

Tendría que haber asistido a la fiesta en lugar de quedarse ahí plantado, esperando algo que no iba a suceder. Junto a su cansancio empezó a nacer la ira. ¡Qué



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